Emociónate con 3 discursos que te descubrirán lo que es el Pathos
Cada vez que alguien me pregunta por algún discurso que me guste especialmente, o un ponente que me haya impresionado, me vienen a la mente automáticamente 3 discursos.
Es un pensamiento instintivo, casi emocional, que salta cual peta-zeta en mi mente, y no me permite repasar mi base de datos mental de discursos para dar una respuesta reflexionada.
Hasta hace poco consideraba incluso vulgar pensar que estos discursos pudieran formar parte de mi top-ten.
¿Cómo puede ser? Si rompen con casi todas las reglas de la oratoria:
- Están plagadas de muletillas
- Palabras repetidas
- Usan el escenario sin criterio
- Leen sus notas constantemente
- Incluso una lee directamente desde su móvil
Aún así, lo confieso, son unos de mis discursos preferidos.
Y como el enamorado que confiesa su amor prohibido, ahora yo lo acepto y escribo sobre ello…porque algo ha cambiado en mi percepción.
Cambió cuando recordaba un día el ABC sobre el ADN que debe tener un ponente MVP que deja a su audiencia pensando OMG…😉
Esos 3 conceptos inextricablemente relacionados con la oratoria desde que Aristóteles los formulara y en los que posiblemente estés pensado ya….Ethos, Pathos y Logos.
Me reservo un caramelo para el domingo, y me centraré en uno de los 3 conceptos, para poder escribir relajadamente sobre todos ellos otro día.
Pathos al hablar en público, tu esencia es la que en realidad conecta
En esta trinidad, el Pathos representa todo aquello que puedes transmitir encima de un escenario para conectar emocionalmente con tu público.
Nada de datos, cifras o gráficos, se trata de apelar al corazoncito del público y conseguir, con suerte, que este se conmueva, o al menos no quede indiferente.
En la era en la que nos cansamos de escuchar que las decisiones las razona la lógica, pero en realidad las toma la emoción, parece de recibo pensar que si quieres convencer al público desde encima de un escenario, serán necesarios unos gramos (o quizás unos kilos) de Pathos.
Te estarás preguntando lo de siempre…
Si, si, entiendo todo este rollo, pero ¿cómo se hace esto?
Podría dar mi opinión, pero que demonios, para eso he comenzado este artículo hablando de 3 discursos en los que hay paladas (carretillas en algún caso) de Pathos.
Los tres discursos son en realidad muy diferentes, y a pesar de que funcionan principalmente por el componente emocional que contienen, muestran 3 formas muy eficaces de hacerlo, que para tu alegría, son también…
3 formas en la que potenciar el Pathos en un discurso
Mostrar pasión por el tema del que hablas
Cargar emocionalmente el problema que planteas
Mostrarte vulnerable
Ahí están, la esencia de estas tres charlas te muestra otras tantas formas en las que puedes poner las emociones al servicio de tu siguiente presentación, para encoger alguna garganta y humedecer algún lagrimal.
1- Benjamin Zander: cómo mostrar pasión por el tema del que hablas
Lo he visto muchas veces, cuando alguien sube a un escenario y le apasiona aquello de lo que habla, el tiempo se para, el miedo escénico se pulveriza y sus ojos empiezan a brillar.
Seguro que en ocasiones te tocará hablar a una audiencia de temas que te importan un comino, pero cuando no sea el caso, y te toque hablar de ese tema en el que ahora mismo estás pensando…¡que se note!
Estira el lenguaje y carga de palabras bonitas tu discurso. Arriesga con términos que tu audiencia no se espere y verás como los encandilas.
Palabras como; maravilloso, exuberante, pasión, increíble, brutal, bárbaro, espectacular, adorable, fantástico…no seas racanete que son gratis.
Hace poco termine una intervención diciendo…Moláis mucho.
La gente sonrió, asintió y conectó, porque lejos de pensar que aquella palabra estaba fuera de lugar, asumió que lo decía desde la autenticidad y la emoción.
Pero dejemos que otro dirija la orquesta por un momento…
2- Jamie Oliver: cómo cargar emocionalmente el problema que planteas
Dentro de los patrones para estructurar la información que puedes elegir al preparar un discurso, uno de ellos es el manido problema/solución.
Manido y efectivo, y si el problema está cargado de emoción aún más.
Apelar a las emociones no siempre es hacerlo con la intención de inflamar el amor y el buen rollo, el miedo es un recurso (nunca pensé que llamaría recurso al miedo) del que hacen buen uso los publicistas, los políticos…pero nadie como los vendedores de alarmas.
Seguro que puedes pensar en algún discurso en el que has tenido que vender algo, aunque sea una idea.
Para este tipo de discursos, el patrón de problema/solución es ultra efectivo, donde primero planteas el problema que supone seguir en la situación actual (y sus consecuencias), y después llega tu servicio o producto para solucionar la situación, como Spiderman cuando aparece en un callejón en el que están asaltando a una indefensa viejecita.
La próxima vez que tengas que hacer uno de estos discursos, asegurate de que la parte en la que planteas el problema toca la suficiente fibra como para que la inacción no sea una posibilidad que se plantee tu audiencia.
Observa cómo cocina este recurso el chef…
3- Megan Washington: cómo mostrarte vulnerable
Benjamin tiene grandes recursos como orador, y se permite muchas licencias. Jamie sabe sacar partido a sus habilidades de comunicación, pero creo que puede pulir muchos matices como ponente. Pero de los tres, quien muestra más carencias declamando es la buena de Megan.
¿Se puede subir a un escenario, leer un discurso desde un móvil, y aún así conmover a cientos de personas?
Lo descubrirás en unos segundos.
Por el momento, piensa en que no se debe subestimar el poder de la vulnerabilidad, y de la explosión de empatia que genera en la audiencia una persona que tiene el valor de “confesar” algún secreto ante un auditorio abarrotado.
La vulnerabilidad no se finge o se imposta, con lo que inventarte una dramática anécdota para incluir en tus presentaciones no te llevará lejos.
Sin embargo, seguro que existe alguna historia de superación en tu empresa, o tienes alguna vergüenza pasada en el tintero que estás en posición de desempolvar a estas altura de la pélicula.
Piensa en esas historias, analiza lo que pueden aportar a tu próximo discurso, y sobre todo valídalas finalmente, solo si son relevantes para tu audiencia.
¿Tienes el termómetro de la vulnerabilidad a mano? Es el momento de encenderlo…
Venga, confiesa ¿qué te ha hecho sentir cada uno de estos 3 discursos?